miércoles, 16 de noviembre de 2011

8:00

El mismo camino de todos los días. La misma música, los mismos ruidos, la misma prisa de siempre, los mismos jodidos 55 escalones de todos los días. La misma gente, las mismas caras… excepto las que tú quisieras ver. El mismo ánimo. De pie. Todo lleno.
 
Allá dos amigas hablan de la noche del sábado. Ríen, felices.
 
Junto a ellas un chico, pelo negro, melena, ropa negra. Escucha música de su móvil con su cabeza apoyada en el cristal y los ojos cerrados.
 
Acaba de entrar una pareja. Se miran, hablan, ríen. Beso en el cuello. Beso en los labios.
 
Tú. Ahora. Estas ahí, de pie, no hay un sitio para ti en ese vagón, y probablemente en ninguno de los que tiene ese tren. Lo ves todo, observas a cada persona. Te sientes tan fuera de lugar. Piensas que no deberías estar ahí, e imaginas donde sí deberías estar. Pero aunque no lo quieras y no te guste, estás ahí. Y eso nada podrá cambiarlo.
 
De fondo suenan todas esas canciones que te recuerdan…