sábado, 5 de mayo de 2012


Después de tantas idas y venidas, aprendí a guardar todos mis recuerdos. Los metí en un rinconcito de mi alma lo suficientemente grande como para que no cayeran en el olvido y lo suficientemente pequeño como para guardar todo lo que aún queda.
Aprendí a sacarlos de vez en cuando, los acariciaba y saboreaba, pero nunca era como la primera vez. Esa es única.

Aprendí a llorar por dentro, aprendí que las cosas suceden una única vez en la vida, y me arrepentí de no haber reído más ese día.

Aprendí a cerrar los ojos y a volver a verme donde querría estar. Volvía a escuchar aquellos ruidos, la lluvia en aquella ventana, el sol de aquella mañana, aquel beso, aquella mano buscándome en mi bolsillo.

Volví a oír el cante de aquel pajarito enamorado que hoy, ya tiene el corazón roto...

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